jueves, 11 de noviembre de 2010

Epigrama

Es un poema mucho más breve que el madrigal, pudiendo ser – por ejemplo - de sólo dos versos, en el que el hablante va exponiendo un sentimiento de alegría o, mejor dicho, de festividad, con toques de ironía, de sarcasmo y atisbos burlescos. http://es.wikipedia.org/wiki/Epigrama

"Un juego artificioso de voces, con que suele encubrir un concepto las más veces popular, terminando un pensamiento, al parecer ordinario,con una agudeza picante, activa y espirituosa." (León de Arroyal)

la belleza del epigrama consistiría en dos virtudes fundamentales:
La una es un cierto retorno, ó juego de voces, que deleyten el oido; y la otra, que es la más principal, la brevedad, novedad, agudeza ó elevación del pensamiento, que sorprehenda gustosamente el ánimo. (León de Arroyal)



EPIGRAMA

Al perderte yo a ti,
tú y yo hemos perdido:

yo, porque tú eras
lo que yo más amaba,

y tú, porque yo era
el que te amaba más.

Pero de nosotros dos,
tú pierdes más que yo:

porque yo podré
amar a otras
como te amaba a ti,

pero a ti nadie te amará
como te amaba yo.

Muchachas que algún día
leaís emocionadas estos versos

Y soñéis con un poeta

Sabed que yo los hice
para una como vosotras

y que fue en vano.


(Ernesto Cardenal)


DE VITA BEATA


En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado

entre las ruinas de mi inteligencia


(Jaime Gil de Biedma, siglo XX)

El Madrigal

El madrigal es la composición lírica breve, especialmente intensa, delicada y de tema amoroso, que utiliza una combinación libre de versos endecasílabos y heptasílabos rimados en consonante. Se presta muy bien a ser cantada y fue especialmente cultivada en el Renacimiento.

El nombre y la forma son de origen italiano. Y en Italia alcanzó su mayor esplendor, no sólo literario, con poemas de Dante, Petrarca, Tasso, Guarini, etc., sino que también tuvo un extraordinario auge musical, pues numerosos compositores pusieron música a estos textos. Entre los más destacados Claudio Monteverdi, Carlo Gesualdo y Luca Marenzio (1553-1599), a quien sus contemporáneos calificaron de Divino.


Uno de los poemas de este tipo es el siguiente:



Madrigal

(Autor: Gutierre de Cetina)

“Ojos claros, serenos

si de un dulce mirar sois alabados,

¿por qué, si me miráis, miráis airados?

Si cuanto más piadosos

más bellos parecéis a aquel que os mira,

no me miréis con ira,

porque no parezcáis menos hermosos.

¡Ay, tormentos rabiosos!

ojos claros, serenos,

ya que así me miráis, miradme al menos”.

La Elegía

La Elegía es un subgénero de la poesía lírica que designa por lo general a todo poema de lamento, aunque en su origen no era necesariamente así, como demuestran las elegías de los poetas griegos arcaicos. La actitud elegíaca consiste en lamentar cualquier cosa que se pierde: la ilusión, la vida, el tiempo, un ser querido, un sentimiento, etcétera. La elegía funeral (también llamada endecha o planto, en la Edad Media) adopta la forma de un poema de duelo por la muerte de un personaje público o un ser querido, y no ha de confundirse con el epitafio o epicedio, que son inscripciones ingeniosas y lapidarias que se inscribían en los monumentos funerarios, más emparentados con el epigrama, otro género lírico.


(Pintura Elegía por William Adolphe Bouguereau-1899)

Elegía interrumpida

(Octavio Paz)

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene...
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y amaneceres, corbata, nudo corredizo:
"saluda al sol, araña, no seas rencorosa..."

Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío.

El Soneto

Un soneto es una composición poética de origen italiano, que consta de catorce versos endecasílabos(es decir 11 silabas cada uno) o Alejandrinos (catorce sílabas), distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. Los cuartetos deben compartir las mismas rimas, y los tercetos pueden componerse a gusto del poeta con la única condición de que compartan al menos una rima, si bien en el soneto clásico suele presentar el esquema CDC DCD o CDE CDE. La estructura métrica del soneto es, pues, ABBA ABBA y CDC DCD o CDE CDE. Algunas veces, en el soneto clásico los cuartetos pueden ser sustituidos por serventesios: ABAB ABAB. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del dolce stil nuovo: Guido Guinizzelli (1240 - 1276), Guido Cavalcanti (1259 - 1300) y Cino da Pistoia, entre otros, quienes emplean ya los dos cuartetos y los dos tercetos, éstos últimos con una estructura variable.

En el siglo XIV son muy importantes los sonetos amorosos de Dante Alighieri, dedicados a su amada Beatrice Portinari, y recogidos en su libro Vita Nuova. Pero el sonetista más influyente de la centuria es, sin duda, el poeta de Arezzo Francesco Petrarca, en cuyo Cancionero (Canzoniere) el soneto se revela como la estructura más adecuada para la expresión del sentimiento amoroso. A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

A continuación un soneto del poeta español Lope de Vega:




Un soneto me manda hacer Violante,

que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.


Yo pensé que no hallaba consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.


Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.


Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;


contad si son catorce, y está hecho.

Égloga

La égloga es uno de los principales subgéneros poéticos, de tema amoroso y protagonizado por pastores. Etimológicamante, égloga proviene del latín eclŏga, y éste del griego ἐκλογή, que significa ‘extracto, selección, pieza escogida’.

La mayoría de las églogas clásicas se desarrollan según alguna de estas dos estructuras:

El poema que constituye una estructura monódica, un monólogo pastoril o canto a una sola voz.
La égloga con estructura dual en la que se dialoga a veces como una pequeña pieza teatral en un acto, cuando intervienen varias voces poéticas. Los pastores cantan sus lamentos, ya sea en forma de duelo como cantos simétricos o separados.
De modo que una o varias voces desarrollan el tema amoroso contándolo en un ambiente rural donde la naturaleza es paradisíaca, idealizada (el locus amoenus) y tiene un gran protagonismo la música. El género posee motivos campestres y los tópicos de la poesía bucólica.

Un pequeño fragmento de uno de estos tipos de poema.




Égloga Primera
(Autor: Garcilaso de la Vega)


“El dulce lamentar de dos pastores
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
de placer olvidadas escuchando”.

La Oda

Fue considerada la máxima expresión lírica en los tiempos antiguos, por su composición. Este tipo de poesía responde a un modo de alabanza, de exaltación, es una forma de canto donde fluye la pasión por parte del hablante lírico, quien expresa sus sentimientos por medio de las loas y de las palabras admirativas y las dirige hacia una persona, objetos o cosas. En este canto el hablante manifiesta toda su pasión, efervescencia y entusiasmo, para plasmar belleza en el poema. Un ejemplo de oda es este extracto del famoso poema de Pablo Neruda:


Oda a la Cebolla

(Autor: Pablo Neruda)


“Cebolla luminosa redoma,
pétalo a pétalo se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío (…)
Estrella de los pobres, hada madrina
envuelta en delicado papel,
sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro
y al cortarte el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existes celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos globo celeste,
copa de platino, baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina”.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Muñeca rota

(Fotografía Julia Nikonova)


¡Qué me intenta decir tu deterioro? Vente,
muñeca frágil y doliente y herida,
sin faldones que cubran tu cuerpo descompuesto,
sin un alma mecánica que te cubra, desastre
de los años y el trato.
No me aparté de ti; nos apartaron
convenciones y usos: no era propio quererte,
y hoy pienso que otras manos te han mecido en exceso.

María Victoria Atencia

Posesión luminosa

(Fotografía Gergana Lozanova)





Igual que este viento, quiero figura
de mi calor ser y, despacio,
entrar donde descanse tu cuerpo del verano;
irme acercando hasta él sin que me vea;
llegar, como un pulso abierto latiendo en el aire;
ser figura del pensamiento mío de ti,
en su presencia; abierta carne de viento,
estancia de amor en alma.

Tú -blando marfil de sueño, nieve de carne,
quietud de palma, luna en silencio-,
sentada, dormida en medio de tu cuarto.
Y yo ir entrando igual que un agua serena,
inundarte todo el cuerpo hasta cubrirte, y, entero,
quedarme ya así por dentro como el aire en un farol,
viéndote temblar, luciendo, brillar en medio de mí,
encendiéndote en mi cuerpo,
iluminando mi carne toda ya carne de viento.

Emilio Prados

La poesía es un arma cargada de futuro

(Pintura Fernando Zóbel)


Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Gabriel Celaya

martes, 2 de noviembre de 2010

En nombre de los gatos




El nombre de los gatos es una cuestión delicada,
no es tan sólo uno de esos juegos para un día feriado;
ustedes pensarán que estoy loco como un sombrerero
cuando afirmo: un gato debe tener TRES NOMBRES DISTINTOS.
Primero, está el nombre que la familia emplea a diario,
como Pedro, Augusto, Alonso, Jaime,
como Víctor o Jonás, Jorge o Bill Baily,
todos ellos sensatos nombres cotidianos.
Si suponéis que suenan mejor, existen nombres más fantasiosos,
algunos para los caballeros, otros para las damas,
como Platón, Admeto, Electra, Deméter,
sensatos nombres cotidianos también estos.
Pero yo sostengo que un gato debe tener un nombre exclusivamente de él,
un nombre especial y más digno,
de otro modo, ¿cómo podría mantener erguida su cola,
o alardear de sus bigotes, o alimentar su orgullo?
Nombres de esa clase yo puedo sugerirles muchos
Mankustrap, Quaxo, o Coricopat,
Bombalurina, o bien Jellylorum,
nombres que nunca pertenecen a más de un gato.
Pero además de esos nombres todavía queda otro,
el nombre que jamás lograremos adivinar,
el nombre que ninguna búsqueda humana puede descubrir
pero que EL GATO CONOCE, aunque nunca habrá de confesarlo.
Cuando sorprendan a un gato en intensa meditación,
la causa, les advierto, es siempre la misma:
su mente está entregada a la contemplación
del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento de su nombre,
su inefable, efable,
efinefable,
profundo e inescrutable Nombre único.

Versión de Alberto Girri
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The naming of cats
Thomas Stearns Eliot (Gran Bretaña, 1888-1965)

The Naming of Cats is a difficult matter,
It isn't just one of your holiday games;
You may think at first I'm as mad as a hatter
When I tell you, a cat must have THREE DIFFERENT NAMES.
First of all, there's the name that the family use daily,
Such as Peter, Augustus, Alonzo or James,
Such as Victor or Jonathan, George or Bill Bailey--
All of them sensible everyday names.
There are fancier names if you think they sound sweeter,
Some for the gentlemen, some for the dames:
Such as Plato, Admetus, Electra, Demeter--
But all of them sensible everyday names.
But I tell you, a cat needs a name that's particular,
A name that's peculiar, and more dignified,
Else how can he keep up his tail perpendicular,
Or spread out his whiskers, or cherish his pride?
Of names of this kind, I can give you a quorum,
Such as Munkustrap, Quaxo, or Coricopat,
Such as Bombalurina, or else Jellylorum-
Names that never belong to more than one cat.
But above and beyond there's still one name left over,
And that is the name that you never will guess;
The name that no human research can discover--
But THE CAT HIMSELF KNOWS, and will never confess.
When you notice a cat in profound meditation,
The reason, I tell you, is always the same:
His mind is engaged in a rapt contemplation
Of the thought, of the thought, of the thought of his name:
His ineffable effable
Effanineffable
Deep and inscrutable singular Name.