martes, 8 de noviembre de 2011

Me desordeno amor, me desordeno...


























Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

Digo que no soy un hombre puro



Yo no voy a decirte que soy un hombre puro. 
Entre otras cosas 
falta saber si es que lo puro existe. 
O si es, pongamos, necesario. 
O posible. 
O si sabe bien. 
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura, 
el agua de laboratorio, 
sin un grano de tierra o de estiércol, 
sin el pequeño excremento de un pájaro, 
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno? 
¡Puah!, qué porquería.

Yo no te digo pues que soy un hombre puro, 
yo no te digo eso, sino todo lo contrario. 
Que amo (a las mujeres, naturalmente, 
pues mi amor puede decir su nombre), 
y me gusta comer carne de puerco con papas, 
y garbanzos y chorizos, y 
huevos, pollos, carneros, pavos, 
pescados y mariscos, 
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino, 
y fornico (incluso con el estómago lleno). 
Soy impuro ¿qué quieres que te diga? 
Completamente impuro. 
Sin embargo, 
creo que hay muchas cosas puras en el mundo 
que no son más que pura mierda. 
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario. 
La pureza de los novios que se masturban 
en vez de acostarse juntos en una posada. 
La pureza de los colegios de internado, donde 
abre sus flores de semen provisional 
la fauna pederasta. 
La pureza de los clérigos. 
La pureza de los académicos. 
La pureza de los gramáticos. 
La pureza de los que aseguran 
que hay que ser puros, puros, puros. 
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia. 
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande. 
La pureza del que nunca succionó un clítoris. 
La pureza de la que nunca parió. 
La pureza del que no engendró nunca. 
La pureza del que se da golpes en el pecho, y 
dice santo, santo, santo, 
cuando es un diablo, diablo, diablo. 
En fin, la pureza 
de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro 
para saber qué cosa es la pureza.

Punto, fecha y firma. 
Así lo dejo escrito.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Los Cómplices



Te decía en la carta

que juntar cuatro versos
no era tener el pasaporte a la felicidad
timbrado en el bolsillo,
y otras cosas más o menos serias
como dándote a entender
que desde antiguamente soy tu cómplice
cuando bajas a los arsenales de la noche
y pones toda tu alma
y la respiración
perfectamente controlada,
por mantener en pie tus rebeliones
tus milicias secretas
a costa de ese tiempo perdido
en comerte las uñas, en mantener a raya
tus palpitaciones,
en golpearte el pecho por los malos sueños,
y no sé cuántas cosas más
que, francamente, te gastan la salud
cuando en el fondo
sabes que estoy contigo
aunque no te vea
ni tome desayuno en tu mesa
ni mi cabeza amanezca en tu pecho
como un niño con frío,
y eso no necesita escribirse.

Gonzalo Rojas  1917-2011 /Chile

Oración

(Fotografía Katia Chausheva)

Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.

Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.

Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.

Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.

Con esta sed quemándome.


La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.

Juan Gelman

miércoles, 6 de abril de 2011

Canción de Amor

(Fotografía Luis Beltran)


¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
...hasta las otras cosas, sobre ti?

Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.

¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?

¡Oh, dulce canto!



Rainer María Rilke

lunes, 28 de marzo de 2011

(Pintura Makoto Fujimura)

Este u Oeste
la misma tristeza
viento de Otoño

Matsuo Basho

martes, 1 de febrero de 2011

Oda a la bella desnuda





































Con casto corazón, con ojos
puros,
te celebro, belleza,
reteniendo la sangre
para que surja y siga
la línea, tu contorno,
para
que te acuestes a mi oda
como en tierra de bosques o de espuma,
en aroma terrestre
o en música marina.


Bella desnuda,
igual
tus pies arqueados
por un antiguo golpe
de viento o del sonido
que tus orejas,
caracolas mínimas
del espléndido mar americano.
Iguales son tus pechos
de paralela plenitud, colmados
por la luz de la vida.
Iguales son
volando
tus párpados de trigo
que descubren
o cierran
dos países profundos en tus ojos.


La línea que tu espalda
ha dividido
en pálidas regiones
se pierde y surge
en dos tersas mitades
de manzana,
y sigue separando tu hermosura
en dos columnas
de oro quemado, de alabastro fino,
a perderse en tus pies como en dos uvas,
desde donde otra vez arde y se eleva
el árbol doble de tu simetría,
fuego florido, candelabro abierto,
turgente fruta erguida
sobre el pacto del mar y de la tierra.


Tu cuerpo, en qué materia,
ágata, cuarzo, trigo,
se plasmó, fue subiendo
como el pan se levanta
de la temperatura
y señaló colinas
plateadas,
valles de un solo pétalo, dulzuras
de profundo terciopelo,
hasta quedar cuajada
la fina y firme forma femenina?


No sólo es luz que cae
sobre el mundo
lo que alarga en tu cuerpo
su nieve sofocada,
sino que se desprende
de ti la claridad como si fueras
encendida por dentro.


Debajo de tu piel vive la luna.


Pablo Neruda

jueves, 20 de enero de 2011

Días y noches te he buscado

(Fotografía Ralph Gibson)


Días y noches te he buscado

Sin encontrar el sitio en donde cantas.
Te he buscado por el tiempo arriba y por el
              río abajo.
Te has perdido entre las lágrimas.




Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando.
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado.




Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro
Lo haces rey coronado por tu mano.

Vicente Huidobro

sábado, 1 de enero de 2011

Amor a primera vista

Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,

una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,

que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.


Wislawa Szymborska
(Pintura de Omar Carvajal - Mata)