Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y de la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría.
Mira, no pido mucho, solamente tu mano, tenerla como un sapito que duerme así contento. Necesito esa puerta que me dabas para entrar a tu mundo, ese trocito de azúcar verde, de redondo alegre. ¿No me prestás tu mano en esta noche de fìn de año de lechuzas roncas? No puedes, por razones técnicas. Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo, el durazno sedoso de la palma y el dorso, ese país de azules árboles. Así la tomo y la sostengo, como si de ello dependiera muchísimo del mundo, la sucesión de las cuatro estaciones, el canto de los gallos, el amor de los hombres.
Es un poema mucho más breve que el madrigal, pudiendo ser – por ejemplo - de sólo dos versos, en el que el hablante va exponiendo un sentimiento de alegría o, mejor dicho, de festividad, con toques de ironía, de sarcasmo y atisbos burlescos. http://es.wikipedia.org/wiki/Epigrama
"Un juego artificioso de voces, con que suele encubrir un concepto las más veces popular, terminando un pensamiento, al parecer ordinario,con una agudeza picante, activa y espirituosa." (León de Arroyal)
la belleza del epigrama consistiría en dos virtudes fundamentales: La una es un cierto retorno, ó juego de voces, que deleyten el oido; y la otra, que es la más principal, la brevedad, novedad, agudeza ó elevación del pensamiento, que sorprehenda gustosamente el ánimo. (León de Arroyal)
EPIGRAMA
Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba,
y tú, porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti nadie te amará como te amaba yo.
Muchachas que algún día leaís emocionadas estos versos
Y soñéis con un poeta
Sabed que yo los hice para una como vosotras
y que fue en vano.
(Ernesto Cardenal)
DE VITA BEATA
En un viejo país ineficiente, algo así como España entre dos guerras civiles, en un pueblo junto al mar, poseer una casa y poca hacienda y memoria ninguna. No leer, no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, y vivir como un noble arruinado
El madrigal es la composición lírica breve, especialmente intensa, delicada y de tema amoroso, que utiliza una combinación libre de versos endecasílabos y heptasílabos rimados en consonante. Se presta muy bien a ser cantada y fue especialmente cultivada en el Renacimiento.
El nombre y la forma son de origen italiano. Y en Italia alcanzó su mayor esplendor, no sólo literario, con poemas de Dante, Petrarca, Tasso, Guarini, etc., sino que también tuvo un extraordinario auge musical, pues numerosos compositores pusieron música a estos textos. Entre los más destacados Claudio Monteverdi, Carlo Gesualdo y Luca Marenzio (1553-1599), a quien sus contemporáneos calificaron de Divino.
La Elegía es un subgénero de la poesía lírica que designa por lo general a todo poema de lamento, aunque en su origen no era necesariamente así, como demuestran las elegías de los poetas griegos arcaicos. La actitud elegíaca consiste en lamentar cualquier cosa que se pierde: la ilusión, la vida, el tiempo, un ser querido, un sentimiento, etcétera. La elegía funeral (también llamada endecha o planto, en la Edad Media) adopta la forma de un poema de duelo por la muerte de un personaje público o un ser querido, y no ha de confundirse con el epitafio o epicedio, que son inscripciones ingeniosas y lapidarias que se inscribían en los monumentos funerarios, más emparentados con el epigrama, otro género lírico.
(Pintura Elegía por William Adolphe Bouguereau-1899)
Elegía interrumpida
(Octavio Paz)
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. Al primer muerto nunca lo olvidamos, aunque muera de rayo, tan aprisa que no alcance la cama ni los óleos. Oigo el bastón que duda en un peldaño, el cuerpo que se afianza en un suspiro, la puerta que se abre, el muerto que entra. De una puerta a morir hay poco espacio y apenas queda tiempo de sentarse, alzar la cara, ver la hora y enterarse: las ocho y cuarto.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. La que murió noche tras noche y era una larga despedida, un tren que nunca parte, su agonía. Codicia de la boca al hilo de un suspiro suspendida, ojos que no se cierran y hacen señas y vagan de la lámpara a mis ojos, fija mirada que se abraza a otra, ajena, que se asfixia en el abrazo y al fin se escapa y ve desde la orilla cómo se hunde y pierde cuerpo el alma y no encuentra unos ojos a que asirse... ¿Y me invitó a morir esa mirada? Quizá morimos sólo porque nadie quiere morirse con nosotros, nadie quiere mirarnos a los ojos.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. Al que se fue por unas horas y nadie sabe en qué silencio entró. De sobremesa, cada noche, la pausa sin color que da al vacío o la frase sin fin que cuelga a medias del hilo de la araña del silencio abren un corredor para el que vuelve: suenan sus pasos, sube, se detiene... Y alguien entre nosotros se levanta y cierra bien la puerta. Pero él, allá del otro lado, insiste. Acecha en cada hueco, en los repliegues, vaga entre los bostezos, las afueras. Aunque cerremos puertas, él insiste.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. Rostros perdidos en mi frente, rostros sin ojos, ojos fijos, vaciados, ¿busco en ellos acaso mi secreto, el dios de sangre que mi sangre mueve, el dios de yelo, el dios que me devora? Su silencio es espejo de mi vida, en mi vida su muerte se prolonga: soy el error final de sus errores.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa. El pensamiento disipado, el acto disipado, los nombres esparcidos (lagunas, zonas nulas, hoyos que escarba terca la memoria), la dispersión de los encuentros, el yo, su guiño abstracto, compartido siempre por otro (el mismo) yo, las iras, el deseo y sus máscaras, la víbora enterrada, las lentas erosiones, la espera, el miedo, el acto y su reverso: en mí se obstinan, piden comer el pan, la fruta, el cuerpo, beber el agua que les fue negada. Pero no hay agua ya, todo está seco, no sabe el pan, la fruta amarga, amor domesticado, masticado, en jaulas de barrotes invisibles mono onanista y perra amaestrada, lo que devoras te devora, tu víctima también es tu verdugo. Montón de días muertos, arrugados periódicos, y noches descorchadas y amaneceres, corbata, nudo corredizo: "saluda al sol, araña, no seas rencorosa..."
Es un desierto circular el mundo, el cielo está cerrado y el infierno vacío.
Un soneto es una composición poética de origen italiano, que consta de catorce versos endecasílabos(es decir 11 silabas cada uno) o Alejandrinos (catorce sílabas), distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. Los cuartetos deben compartir las mismas rimas, y los tercetos pueden componerse a gusto del poeta con la única condición de que compartan al menos una rima, si bien en el soneto clásico suele presentar el esquema CDC DCD o CDE CDE. La estructura métrica del soneto es, pues, ABBA ABBA y CDC DCD o CDE CDE. Algunas veces, en el soneto clásico los cuartetos pueden ser sustituidos por serventesios: ABAB ABAB. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del dolce stil nuovo: Guido Guinizzelli (1240 - 1276), Guido Cavalcanti (1259 - 1300) y Cino da Pistoia, entre otros, quienes emplean ya los dos cuartetos y los dos tercetos, éstos últimos con una estructura variable.
En el siglo XIV son muy importantes los sonetos amorosos de Dante Alighieri, dedicados a su amada Beatrice Portinari, y recogidos en su libro Vita Nuova. Pero el sonetista más influyente de la centuria es, sin duda, el poeta de Arezzo Francesco Petrarca, en cuyo Cancionero (Canzoniere) el soneto se revela como la estructura más adecuada para la expresión del sentimiento amoroso. A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.
A continuación un soneto del poeta español Lope de Vega:
Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto; catorce versos dicen que es soneto: burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallaba consonante y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando y parece que entré con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho que voy los trece versos acabando;
La égloga es uno de los principales subgéneros poéticos, de tema amoroso y protagonizado por pastores. Etimológicamante, égloga proviene del latín eclŏga, y éste del griego ἐκλογή, que significa ‘extracto, selección, pieza escogida’.
La mayoría de las églogas clásicas se desarrollan según alguna de estas dos estructuras:
El poema que constituye una estructura monódica, un monólogo pastoril o canto a una sola voz. La égloga con estructura dual en la que se dialoga a veces como una pequeña pieza teatral en un acto, cuando intervienen varias voces poéticas. Los pastores cantan sus lamentos, ya sea en forma de duelo como cantos simétricos o separados. De modo que una o varias voces desarrollan el tema amoroso contándolo en un ambiente rural donde la naturaleza es paradisíaca, idealizada (el locus amoenus) y tiene un gran protagonismo la música. El género posee motivos campestres y los tópicos de la poesía bucólica.
Un pequeño fragmento de uno de estos tipos de poema.
Égloga Primera (Autor: Garcilaso de la Vega)
“El dulce lamentar de dos pastores Salicio juntamente y Nemoroso, he de contar, sus quejas imitando; cuyas ovejas al cantar sabroso estaban muy atentas, los amores, de placer olvidadas escuchando”.
Fue considerada la máxima expresión lírica en los tiempos antiguos, por su composición. Este tipo de poesía responde a un modo de alabanza, de exaltación, es una forma de canto donde fluye la pasión por parte del hablante lírico, quien expresa sus sentimientos por medio de las loas y de las palabras admirativas y las dirige hacia una persona, objetos o cosas. En este canto el hablante manifiesta toda su pasión, efervescencia y entusiasmo, para plasmar belleza en el poema. Un ejemplo de oda es este extracto del famoso poema de Pablo Neruda:
Oda a la Cebolla
(Autor: Pablo Neruda)
“Cebolla luminosa redoma, pétalo a pétalo se formó tu hermosura, escamas de cristal te acrecentaron y en el secreto de la tierra oscura se redondeó tu vientre de rocío (…) Estrella de los pobres, hada madrina envuelta en delicado papel, sales del suelo, eterna, intacta, pura como semilla de astro y al cortarte el cuchillo en la cocina sube la única lágrima sin pena. Nos hiciste llorar sin afligirnos. Yo cuanto existes celebré, cebolla, pero para mí eres más hermosa que un ave de plumas cegadoras, eres para mis ojos globo celeste, copa de platino, baile inmóvil de anémona nevada y vive la fragancia de la tierra en tu naturaleza cristalina”.
¡Qué me intenta decir tu deterioro? Vente, muñeca frágil y doliente y herida, sin faldones que cubran tu cuerpo descompuesto, sin un alma mecánica que te cubra, desastre de los años y el trato. No me aparté de ti; nos apartaron convenciones y usos: no era propio quererte, y hoy pienso que otras manos te han mecido en exceso.
Igual que este viento, quiero figura de mi calor ser y, despacio, entrar donde descanse tu cuerpo del verano; irme acercando hasta él sin que me vea; llegar, como un pulso abierto latiendo en el aire; ser figura del pensamiento mío de ti, en su presencia; abierta carne de viento, estancia de amor en alma.
Tú -blando marfil de sueño, nieve de carne, quietud de palma, luna en silencio-, sentada, dormida en medio de tu cuarto. Y yo ir entrando igual que un agua serena, inundarte todo el cuerpo hasta cubrirte, y, entero, quedarme ya así por dentro como el aire en un farol, viéndote temblar, luciendo, brillar en medio de mí, encendiéndote en mi cuerpo, iluminando mi carne toda ya carne de viento.
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmado, como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto, con el rayo del prodigio, como mágica evidencia, lo real se nos convierte en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con técnica qué puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta a la vez que latido de lo unánime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
El nombre de los gatos es una cuestión delicada, no es tan sólo uno de esos juegos para un día feriado; ustedes pensarán que estoy loco como un sombrerero cuando afirmo: un gato debe tener TRES NOMBRES DISTINTOS. Primero, está el nombre que la familia emplea a diario, como Pedro, Augusto, Alonso, Jaime, como Víctor o Jonás, Jorge o Bill Baily, todos ellos sensatos nombres cotidianos. Si suponéis que suenan mejor, existen nombres más fantasiosos, algunos para los caballeros, otros para las damas, como Platón, Admeto, Electra, Deméter, sensatos nombres cotidianos también estos. Pero yo sostengo que un gato debe tener un nombre exclusivamente de él, un nombre especial y más digno, de otro modo, ¿cómo podría mantener erguida su cola, o alardear de sus bigotes, o alimentar su orgullo? Nombres de esa clase yo puedo sugerirles muchos Mankustrap, Quaxo, o Coricopat, Bombalurina, o bien Jellylorum, nombres que nunca pertenecen a más de un gato. Pero además de esos nombres todavía queda otro, el nombre que jamás lograremos adivinar, el nombre que ninguna búsqueda humana puede descubrir pero que EL GATO CONOCE, aunque nunca habrá de confesarlo. Cuando sorprendan a un gato en intensa meditación, la causa, les advierto, es siempre la misma: su mente está entregada a la contemplación del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento de su nombre, su inefable, efable, efinefable, profundo e inescrutable Nombre único.
Versión de Alberto Girri -------------------------------------------------------------------------
The naming of cats Thomas Stearns Eliot (Gran Bretaña, 1888-1965)
The Naming of Cats is a difficult matter, It isn't just one of your holiday games; You may think at first I'm as mad as a hatter When I tell you, a cat must have THREE DIFFERENT NAMES. First of all, there's the name that the family use daily, Such as Peter, Augustus, Alonzo or James, Such as Victor or Jonathan, George or Bill Bailey-- All of them sensible everyday names. There are fancier names if you think they sound sweeter, Some for the gentlemen, some for the dames: Such as Plato, Admetus, Electra, Demeter-- But all of them sensible everyday names. But I tell you, a cat needs a name that's particular, A name that's peculiar, and more dignified, Else how can he keep up his tail perpendicular, Or spread out his whiskers, or cherish his pride? Of names of this kind, I can give you a quorum, Such as Munkustrap, Quaxo, or Coricopat, Such as Bombalurina, or else Jellylorum- Names that never belong to more than one cat. But above and beyond there's still one name left over, And that is the name that you never will guess; The name that no human research can discover-- But THE CAT HIMSELF KNOWS, and will never confess. When you notice a cat in profound meditation, The reason, I tell you, is always the same: His mind is engaged in a rapt contemplation Of the thought, of the thought, of the thought of his name: His ineffable effable Effanineffable Deep and inscrutable singular Name.
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos, que son dos hormigueros solitarios, y son mis manos sin las tuyas varios intratables espinos a manojos..
No me encuentro los labios sin tus rojos, que me llenan de dulces campanarios, sin ti mis pensamientos son calvarios criando nardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento, ni hacia qué polo yerro sin tu estrella, y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento y la olvidada imagen de tu huella, que en ti principia, amor, y en mí termina.
La mancha de sangre desaparece en el horizonte de aquí. La gota de sangre aparece en el horizonte de allá.
Hombre simple que se disipa en la flauta y cuya prudencia tiene la forma de un perro negro, el pastor desciende la adolescencia de la ladera. Lo siguen sus ovejas, con dos pámpanos en lugar de orejas y dos racimos en lugar de ubres; lo siguen sus ovejas: viñas ambulantes. Tan puro el rebaño que en esta tarde de estío parece que nevase infantilmente sobre la llanura. Esas pequeñas cajas de vida pastaron allá arriba en las cazuelas y vuelven a bajar repletas.
Mis deseos también, estimulados por la flauta de la Esperanza y el perro de la Fe, subieron esta mañana por la colina del Misterio; y más arriba subieron que las ovejas de mi aldea, las ovejas de mi alma. Pero la estrella perfumada, en medio de la llanura de jacintos, incendió los dientes ávidos que querían desabrochar su blusa fértil. Es por eso que mi sutil rebaño, a la hora del ángelus, vuelve a entrar en mí mismo con los flancos desesperados.
Las ovejas están en el redil y el hombre simple se va a dormir en medio de su flauta y de su perro negro.
Saint-Pol Roux
lunes, 18 de octubre de 2010
yama mo niwa mo ugoki iruru ya natsu-zashiki
En verano, las montañas y el jardín se van adentrando hasta mi habitación.
¡Primavera feroz! Va mi ternura por las más hondas venas derramada, fresco hontanar, y furia desvelada, que a extenuante pasmo se apresura. ¡Oh qué acezar, qué hervir, oh, qué premura de hallar, en la colina clausurada, la llaga roja de la cueva helada, y su cura más dulce, en la locura! ¡Monstruo fugaz, espanto de mi vida, rayo sin luz, oh tú, mi primavera, mi alimaña feroz, mi arcángel fuerte! ¿Hacia qué hondón sombrío me convida, desplegada y astral, tu cabellera? ¡Amor. amor, principio de la muerte!
ni las fuentes ni los pájaros ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros: lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso de mí murmuran y exclaman: -- Ahí va la loca, soñando con la eterna primavera de la vida y de los campos, y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
--Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha; mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, con la eterna primavera de la vida que se apaga y la perenne frescura de los campos y las almas, aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños; sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Bien venida alegría, bien venido pesar, la hierba del Leteo y de Hermes la pluma: vengan hoy y mañana, que los quiero lo mismo. Me gusta ver semblantes tristes en tiempo claro y alguna alegre risa oír entre los truenos; bello y feo me gustan: dulces prados, con llamas ocultas en su verde, y un reírse zumbón ante una maravilla; ante una pantomima, un rostro grave; doblar a muerto y alegre repique; el juego de algún niño con una calavera; mañana pura y barco naufragado; las sombras de la noche besando a madreselvas; sierpes silbando entre encarnadas rosas; Cleopatra con regios atavíos y el áspid en el seno; la música de danza y la música triste, juntas las dos, prudente y loca; musas resplandecientes, musas pálidas; el sombrío Saturno y el saludable Momo: risa y suspiro y nueva risa... ¡Oh, qué dulzura, el sufrimiento! Musas resplandecientes, musas pálidas, de vuestro rostro alzad el velo, que pueda veros y que escriba sobre el día y la noche a un tiempo; que se apague mi sed de dulces penas; ramas de tejo sean mi refugio, entrelazadas con el mirto nuevo, y pinos y limeros florecidos, y mi lecho la hierba de una fosa.
Cuando nos separamos en silencio y con lágrimas, con el corazón medio roto, para apartarnos por años, tu mejilla se tornó pálida y fría y tu beso aún más frío... Aquella hora predijo en verdad todo este dolor. El rocío de la mañana resbaló frío por mi frente y fue como un anuncio de lo que ahora siento.
Tus juramentos se han roto y tu fama ya es muy frágil; cuando escucho tu nombre comparto su vergüenza. Cuando te nombran delante de mí, un toque lúgubre llega a mi oído y un estremecimiento me sacude. ¿Por qué te quise tanto? Aquellos que te conocen bien no saben que te conocí: Por mucho, mucho tiempo habré de arrepentirme de ti tan hondamente, que no puedo expresarlo.
En secreto nos encontramos, y en silencio me lamento de que tu corazón pueda olvidar y tu espíritu engañarme. Si llegara a encontrarte tras largos años, ¿cómo habría de saludarte? ¡Con silencio y con lágrimas!
Amor mío, mi amor, amor hallado de pronto en la ostra de la muerte. Quiero comer contigo, estar, amar contigo, quiero tocarte, verte.
Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo los hilos de mi sangre acostumbrada, lo dice este dolor y mis zapatos y mi boca y mi almohada.
Te quiero, amor, amor absurdamente, tontamente, perdido, iluminado, soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado.
Te quiero desde el poste de la esquina, desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se duerme un agua de amapolas.
Cabellera del aire desvelado, río de noche, platanar oscuro, colmena ciega, amor desenterrado,
voy a seguir tus pasos hacia arriba, de tus pies a tu muslo y tu costado.
Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
No son más silenciosos los espejos ni más furtiva el alba aventurera; eres, bajo la luna, esa pantera que nos es dado divisar de lejos. Por obra indescifrable de un decreto divino, te buscamos vanamente; más remoto que el Ganges y el poniente, tuya es la soledad, tuyo el secreto. Tu lomo condesciende a la morosa caricia de mi mano. Has admitido, desde esa eternidad que ya es olvido, el amor de la mano recelosa. En otro tiempo estás. Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño.
¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!
¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!
Feroz, de tierra el débil muro escalas,
en quien lozana juventud se fía;
mas ya mi corazón del postrer día
atiende el vuelo, sin mirar las alas.
¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!
¡Qué no puedo querer vivir mañana
sin la pensión de procurar mi muerte! Cualquier instante de la vida humana
es nueva ejecución, con que me advierte
cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.
amada sensación: regresa y tómame. Cuando despierte el recuerdo en mi cuerpo, y el antiguo deseo me recorra la sangre, cuando los labios y la piel recuerden y sienta aquellas manos que aún me tocan, regresa con frecuencia, y tómame en la noche cuando los labios y la piel recuerden.
Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada.
En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa. Ésa es la palabra que debe descubrir el poeta.
La poesía es el vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida. Ella se desarrolla en el alba primera del mundo. Su precisión no consiste en denominar las cosas, sino en no alejarse del alba.
Su vocabulario es infinito porque ella no cree en la certeza de todas sus posibles combinaciones. Y su rol es convertir las probabilidades en certeza. Su valor está marcado por la distancia que va de lo que vemos a lo que imaginamos. Para ella no hay pasado ni futuro.
El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir. /.../
El poeta hace cambiar de vida a las cosas de la Naturaleza, saca con su red todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado, tiende hilos eléctricos entre las palabras y alumbra de repente rincones desconocidos, y todo ese mundo estalla en fantasmas inesperados. /.../
La Poesía es un desafío a la Razón, el único desafío que la razón puede aceptar, pues una crea su realidad en el mundo que ES y la otra en el que ESTÁ SIENDO.
La Poesía está antes del principio del hombre y después del fin del hombre. Ella es el lenguaje del Paraíso y el lenguaje del Juicio Final, /.../ ella es intangible como el tabú del cielo.
La Poesía es el lenguaje de la Creación. Por eso sólo los que llevan el recuerdo de aquel tiempo, sólo los que no han olvidado los vagidos del parto universal ni los acentos del mundo en su formación, son poetas. Las células del poeta están amasadas en el primer dolor y guardan el ritmo del primer espasmo. En la garganta del poeta el universo busca su voz, una voz inmortal.
El poeta representa el drama angustioso que se realiza entre el mundo y el cerebro humano, entre el mundo y su representación. El que no haya sentido el drama que se juega entre la cosa y la palabra, no podrá comprenderme.
El poeta conoce el eco de los llamados de las cosas a las palabras, ve los lazos sutiles que se tienden las cosas entre sí, oye las voces secretas que se lanzan unas a otras palabras separadas por distancias inconmensurables. Hace darse la mano a vocablos enemigos desde el principio del mundo, los agrupa y los obliga a marchar en su rebaño por rebeldes que sean, descubre las alusiones más misteriosas del verbo y las condensa en un plano superior, las entreteje en su discurso, en donde lo arbitrario pasa a tomar un rol encantatorio. Allí todo cobra nueva fuerza y así puede penetrar en la carne y dar fiebre al alma. Allí coge ese temblor ardiente de la palabra interna que abre el cerebro del lector y le da alas y lo transporta a un plano superior, lo eleva de rango. Entonces se apoderan del alma la fascinación misteriosa y la tremenda majestad.
Las palabras tienen un genio recóndito, un pasado mágico que sólo el poeta sabe descubrir, porque él siempre vuelve a la fuente.
El lenguaje se convierte en un ceremonial de conjuro y se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial ajena a todo vestuario convencional fijado de antemano.
Toda poesía válida tiende al último límite de la imaginación. Y no sólo de la imaginación, sino del espíritu mismo, porque la poesía no es otra cosa que el último horizonte, que es, a su vez, la arista en donde los extremos se tocan, en donde no hay contradicción ni duda. Al llegar a ese lindero final el encadenamiento habitual de los fenómenos rompe su lógica, y al otro lado, en donde empiezan las tierras del poeta, la cadena se rehace en una lógica nueva.
El poeta os tiende la mano para conduciros más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia.
Allí ha plantado el árbol de sus ojos y desde allí contempla el mundo, desde allí os habla y os descubre los secretos del mundo.
Hay en su garganta un incendio inextinguible.
Hay además ese balanceo de mar entre dos estrellas.