jueves, 21 de octubre de 2010

Tarde de Ovejas

(Fotografía Luis Beltrán)
A Louis Denise


La mancha de sangre desaparece en el horizonte de aquí.
La gota de sangre aparece en el horizonte de allá.

Hombre simple que se disipa en la flauta y cuya prudencia tiene la forma de un perro negro, el pastor desciende la adolescencia de la ladera.
Lo siguen sus ovejas, con dos pámpanos en lugar de orejas y dos racimos en lugar de ubres; lo siguen sus ovejas: viñas ambulantes.
Tan puro el rebaño que en esta tarde de estío parece que nevase infantilmente sobre la llanura.
Esas pequeñas cajas de vida pastaron allá arriba en las cazuelas y vuelven a bajar repletas.

Mis deseos también, estimulados por la flauta de la Esperanza y el perro de la Fe, subieron esta mañana por la colina del Misterio; y más arriba subieron que las ovejas de mi aldea, las ovejas de mi alma.
Pero la estrella perfumada, en medio de la llanura de jacintos, incendió los dientes ávidos que querían desabrochar su blusa fértil.
Es por eso que mi sutil rebaño, a la hora del ángelus, vuelve a entrar en mí mismo con los flancos desesperados.

Las ovejas están en el redil y el hombre simple se va a dormir en medio de su flauta y de su perro negro.

Saint-Pol Roux

2 comentarios:

Manolo Jiménez dijo...

La hora del Ángelus es mágica. Intenté, torpemente, reflejarlo en un poema hace tiempo... creo que no lo logré.

Abrazos.

Anouna Fabio dijo...

Y sabes Manolo, yo conocí la hora del Ángelus a través de tu poesía; ya sabes las hijas de Lutero sólo protestamos no hacemos oración al mediodía, ni a las seis ni a las doce! jaaaaaaaaaaaa (chiste entre nos). Pero oramos de eso no hay duda alguna, en algún momento hacemos nuestro Ángelus.

Tu poesía es magnifica mi amigo, nunca podría pensar en la palabra "torpeza" en ella, siempre lo lográs...siempre.

Besos.